Dies Irae, o el arte del plagio en la música.

Los compositores han recurrido a usar material de otros compositores para formar sus propias obras, muchas de ellas, grandes obras.

La música polifónica de los siglos XIV y XV está llena de ejemplos de lo que se conocen como parodias, que consistía en tomar la idea melódica de un himno célebre tomado de los cantos gregorianos y con el, componer misas completas basándose en ese tema. Se decía entonces que eran obras en donde parafraseaban o parodiaban dichos temas.

Hay un tema en particular que ha sido citado, copiado y parafraseado en buena cantidad de obras musicales a lo largo de los períodos barroco, clásico, romántico, moderno y contemporáneo. El himno gregoriano que conforma la secuencia en el antiguo ritual de la misa para difuntos de la iglesia católica que comienza con las palabras en latín Dies irae, dies illa: el día de la ira, aquél día… en que los siglos se reduzcan a cenizas, siendo testigos David y la Sibila.

El himno data del siglo XIII y se piensa que es todavía más antiguo, sin embargo, su composición se atribuye a Tomás de Celano, fraile franciscano o a Latino Malabranca Orsini, cardenal de la orden de los dominicos, ambos italianos que vivieron en los 1200.

La secuencia describe el día del juicio final como lo describía la iglesia de la edad media: la trompeta que convoca a todas las almas y en donde el Creador en su infinita justicia condenará a las flamas eternas del infierno a los pecadores y a los justos los premiará con el reino celestial. Las almas ruegan por su salvación y piden piedad al Supremo.

Los monjes que musicalizaron el himno en su “versión gregoriana” dieron con una idea melódica que inspira ya una fúnebre y apocalíptica escena. Esto nos habla ya que aún en la edad media, la música era ya una herramienta para dar intencionalidad a las ideas plasmadas en un texto. Por ello, la melodía ha sido atractiva para compositores como Charpentier, Saint-Saëns, Berlioz, Liszt y Rachmaninoff, que han citado la melodía inicial del himno gregoriano para evocar la idea de la muerte o el destino final.

A continuación, el canto gregoriano del Dies Irae:

Wikipedia en inglés menciona por lo menos 40 obras en donde se cita el tema gregoriano. En esta aportación solo nombraremos las que se consideran más famosas o que su uso fue muy bien empleado por el compositor.

Comencemos por Rachmaninoff, quien al parecer le encantaba el tema pues por lo menos lo cita en sus tres sinfonías, en sus poemas sinfónicos Las Campanas, La Isla de los Muertos, en sus Danzas Sinfónicas y en su primera sonata para piano. Sin embargo, la cita que hace del tema en su Rapsodia sobre un tema de Paganini, le pone a esta obra en forma de variaciones, un toque de dramatismo que encaja muy bien con el tema original. El tema ocurre en las variaciones 7 y 10 de la obra, amén de la famosa variación 18, donde el tema de amor es objeto de otra aportación al blog.

El segundo ejemplo es un homenaje al tema medieval en sí, ya que Franz Liszt lo usa como tema principal para su Totentanz (Danza de la Muerte), obra en forma de tema y variaciones para piano y orquesta; brillante, virtuosa, entretenida e impresionante.

Liszt: Totentanz

Del piano pasamos al violín, instrumento en el que el compositor belga Eugéne Ysaÿe dejó un repertorio rico en virtuosismo para sus especialistas. Sus seis sonatas para violín solo son todo un Monte Everest para todo violinista.

Dicho ciclo de sonatas contiene la nombrada “Jacques Thibaud”, la número 2 de su opus 27. Esta sonata no solamente cita nuestro tema, sino también recurre al preludio de la Partita número 3 en mi mayor de Bach, obra que merece un blog solo para ella. La combinación de ambos temas y el genio del compositor convierten a esta sonata en todo un viaje musical en sus cuatro partes que sus nombres nos guían para hacer de la obra toda una experiencia: Obsession, Malinconia, Danse des ombres (que es una sarabanda) y Les Furies.

Ysaÿe: Sonata no. 2, op. 27

Por último, tenemos que mencionar la que probablemente sea la cita más famosa del Dies Irae gregoriano, la cual es utilizada como si fuera un llamado macabro dentro del sueño que tiene el artista gracias a los efectos del opio. La Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz, obra digna de una aportación especial para el blog, es el mejor ejemplo de una obra programática. Es decir, de una pieza musical que tiene una determinada historia que contar a través de los sonidos y con la ayuda de un argumento, un libreto.

La sinfonía describe en su quinto y último movimiento, la experiencia que tiene el artista, el protagonista de la obra (podemos pensar en el mismo compositor), en una noche de celebración del sábado pero con una comunidad de brujas, hechiceros, monstruos y demás criaturas fantásticas que están reunidos para celebrar su propio funeral, de ahí el llamado macabro del Dies Irae, seguido de las campanas eclesiales que llaman al servicio fúnebre.

https://youtu.be/o0XIQO6BiTI?t=2614

Volviendo al texto del himno del que hablamos, hay que agradecer que hoy en día ya no se usa para los ritos fúnebres de la iglesia católica, ya que como vimos, no es un texto que inspire mucho optimismo para el que tiene que enfrentar su juicio divino a la hora de su muerte. Hoy el texto ha quedado solamente como una fuente artística y cultural en donde muchos artistas de todo tipo, siguen inspirándose en esas imágenes apocalípticas para seguir compartiendo su genio y creatividad.

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