La obra de la semana. Sinfonía Clásica de Prokofiev.

En 1914 Sergei Prokofiev terminaba sus estudios en el Conservatorio de San Petersburgo demostrando talentos compositivos muy originales, causando desde entonces controversias entre sus profesores y jóvenes compositores contemporáneos. Con 23 años, Prokofiev ya tenía en su haber 4 óperas compuestas, un concierto para piano y orquesta y piezas importantes también para el piano.

[[File:Sergei Prokofiev circa 1918 over Chair Bain.jpg|thumb|Sergei Prokofiev circa 1918 over Chair Bain|alt=Sergei Prokofiev circa 1918 over Chair Bain.jpg]]

Tres años después, en el contexto de la I Guerra Mundial y la Revolución en su propio país, el compositor, aislado de los conflictos, tuco la oportunidad de tener uno de los períodos más productivos de su carrera.

Inspirado por sus clases de dirección en el conservatorio, tiene la idea de iniciar su ciclo sinfónico con una obra compuesta a la manera de Mozart y de Haydn, los grandes clásicos. Desde su concepción, el mismo compositor llamó a su primera sinfonía “clásica”.

Prokofiev no quiso su sinfonía como una copia del estilo de los músicos austriacos. Quiso hacerla clásica (melodías pegajosas, humoristas, frases fáciles para recordar, orquestación sencilla para ensamble compacto, duración corta, estructura convencional de cuatro movimientos, inicio y final espectaculares), pero en un contexto de modernidad (el estilo del compositor dándose paso: orquestación original, percusiones, frases virtuosas de instrumentos protagonistas, progresiones muy características del compositor). Los críticos la llamaron más bien una obra neoclásica, lo cual no gustaba en lo absoluto a Prokofiev. En las cartas de la época, Prokofiev siempre se refirió a su sinfonía como clásica.

Dos detalles curiosos sobre la concepción de la obra.

El primero. Prokofiev estaba acostumbrado a componer con el piano. Sin embargo, las circunstancias de exilio y de ir de un lado para el otro para evitar los conflictos bélicos y políticos, se forzó a componer sin el apoyo del teclado. El compositor reconocía que era una cuestión de hábito y que el ejercicio de componer “mentalmente” le había hecho mucho bien.

Segundo, el ensayo general de la obra. Prokofiev tuvo que dirigirlo sin llevar sus partituras y peor, sin haberlas estudiado desde la perspectiva de la dirección. El ensayo, por supuesto, salió bastante mal. Sin embargo, parcece se que Prokofiev lo tomó con bastante filosofía y aprovechó la ocasión para hacer más correcciones antes del estreno de la obra que se llevó a cabo  el 18 de abril de 1918 en la entonces Petrogrado, hoy San Petersburgo.

Escucha la obra en esta brillante ejecución por parte de la Orquesta de la Radio de Franfurt.

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