El dos de febrero de 2011, tuvimos el primer ensayo en forma del coro Sensemayá, prácticamente estrenando el nuevo espacio en la escuela, que fue diseñado específicamente para albergar a un coro de cámara. Ese día, en vez de comer los tradicionales tamales, nos pusimos a cantar.
La idea era formar un “coro de aficionados” con personas que, sin ser necesariamente cantantes, estuvieran dispuestos a estudiar, vocalizar y a ensayar para presentarnos en público una vez que el repertorio estuviera listo para ello.
La primera presentación en público que tuvimos fue hasta junio de ese mismo año, con un repertorio de canciones de Cri-crí. A partir de entonces, el coro tuvo dos temporadas de conciertos al año: una en verano, y otra de villancicos en diciembre.
Siempre tuve muy claro que iba a formar un coro en algún momento de mi vida adulta. Desde la primera clase de conjuntos corales que tuve en la escuela, me fascinó el resultado sonoro de 4 voces diferentes cantando una progresión armónica. Y aunque presenta varios retos el trabajar con una mayoría de personas que, aunque muy comprometidas, no tienen una formación musical profesional, ha sido un camino lleno de satisfacciones personales y artísticas.
El coro Sensemayá, al no pertenecer a una iglesia o institución gubernamental, me ha permitido trabajar con absoluta libertad en la elección del repertorio. Así que hemos montado desde Cricrí, polifonía renacentista, repertorio clásico, góspel, música africana (con coreografías), música clásica, etc., presentándonos en diferentes lugares de nuestra ciudad: desde cantar villancicos caminando por las calles del centro (sin ningún contratiempo afortunadamente), hasta presentarnos en diferentes museos y en el Teatro de la República, entre otros escenarios.
Cada programa de concierto me ha dado la oportunidad de dedicar tiempo a investigar autores, estilos, tipos de escritura y diferentes tratamientos de las voces a capella, es decir, sin acompañamiento instrumental, lo que a su vez es un muy buen ejercicio de formación auditiva tanto para los integrantes, como para el director. También he podido probar varias sonoridades y recursos en los arreglos que he escrito para este coro.
Por otro lado, al no ser un coro profesional en el sentido de que no es un coro que “huesea” o busca trabajos remunerados, no hemos estado sujetos ni a calendarios de actividades institucionales, ni a compromisos que nos hayan hecho apresurar el montaje de algún repertorio, o presentarnos antes de que el programa estuviera dignamente trabajado.
Un coro es un gran ejemplo de lo que significa el trabajo en equipo. El nivel del grupo va a estar marcado por el elemento que menos se preocupa por su emisión vocal y por su repertorio, porque afecta a la sonoridad general. El coro nos permite acercarnos a la interpretación musical a un buen nivel, en un tiempo mucho menor del que toma el dominio de otros instrumentos, pero a la vez nos demanda una disciplina de trabajo muy particular, que nos da además la oportunidad de conocer a cada uno de los integrantes de una manera especial, diferente del trato cotidiano, ya que respiramos juntos y dependemos el uno del otro.
El coro Sensemayá ha tenido diferentes configuraciones a lo largo de los años. Hemos tenido temporadas en las que no cabíamos en el espacio de ensayo, y temporadas en los que fuimos prácticamente una persona por cuerda.
Afortunadamente siempre hemos podido lograr un sonido equilibrado, y cada una de las personas que ha pasado por este coro ha contribuido de manera importante en su trayectoria y ha dejado una huella irrepetible en él, por su persona y por su energía.
Hoy, a diez años de distancia, debido a la pandemia, nos ha sido imposible reunirnos para ensayar juntos desde hace ya casi un año. Desafortunadamente también ha sido necesario cerrar la sede de la escuela donde ensayábamos, en espera de poder reabrir en otro lugar, cuando las circunstancias sean más favorables.
Escribo este texto en homenaje y como agradecimiento a este coro, y a cada uno de los integrantes que ha tenido durante su década de existencia. Volveremos a cantar juntos en un futuro y en otro lugar, tal vez mejor que el que teníamos.
Mientras tanto, sigamos cuidándonos. Nosotros seguiremos cantando como coro Sensemayá, ahora en su faceta virtual.
Si te gusta el canto coral, te invitamos a cantar con nosotros. También puedes ver algo del trabajo que hemos podido realizar durante el confinamiento, en la siguiente lista de reproducción: